¿Por qué se mantiene el TOC? Una visión funcional

Lo primero y más importante, las etiquetas no explican el problema


Decir “tengo TOC” suena como algo concreto, pero esto no implica que nos esté dando realmente la información para resolver la problemática del consultante. Es como decir que tienes fiebre sin saber si es por una gripe, una infección o un golpe de calor. Desde la psicología conductual, lo que importa es analizar cómo funciona el problema en tu día a día. ¿Qué lo activa? ¿Qué haces cuando ocurre? ¿Qué consecuencias tiene eso?

Hoy no vamos a hablar de TOC como una simple etiqueta, sino como un conjunto de conductas que ponemos en marcha por las consecuencias que estas tienen, y cómo se mantienen. Vamos a traducir la etiqueta en las cadenas funcionales que nos encontramos con más frecuencia cuando una persona viene a consulta con dicha etiqueta..

Pensamientos intrusivos, la cosa más normal del mundo

Uno de los grandes mitos que alimenta esta problemática es la creencia de que los pensamientos siempre deben ser lógicos, positivos o morales, y muchas veces, la idea de que pensar algo implica que quieres hacerlo.

Pera la verdad, es que todos tenemos pensamientos intrusivos. Pensamientos que podríamos denominar como “automáticos” y que por distintos procesos de aprendizaje aparecen ante distintas situaciones.

Algunos ejemplos de pensamientos intrusivos podrían ser:

·  “¿Y si salto desde este balcón?”

·  “¿Y si hago daño a alguien que quiero?”

·  “¿Y si grito algo ofensivo en mitad de una reunión?”

La mayoría de las personas no dan importancia a estos pensamientos, son como nubes que pasan, vienen y se van. Pero cuando te paras ante ellos, los analizas y te empiezas a preocupar de su significado aparecen los problemas.

El principal error: confundir pensar con querer hacer

Este razonamiento erróneo lleva a una gran trampa emocional: si pensar algo implica un “deseo” de hacerlo, entonces tengo que evitar esos pensamientos a toda costa.

Esto es un fenómeno muy común, el tener la idea de que la intención y pensamiento se encuentran fusionados. Así nace el miedo: “¿Y si pensar que puedo hacerle daño a mi hijo significa que quiero hacerlo?”.

Y aquí empiezan los problemas.

Sentirte bien a corto plazo, te puede atrapar


Cuando este pensamiento intrusivo genera ansiedad, se tiende a buscar la manera más rápida de aliviarla. Al fin y al cabo ¿A quién le gusta sentirse ansioso? Es una emoción desagradable, y por lo tanto, es normal que tratemos de deshacernos de ella.

Aquí es donde se ponen en marcha conductas con este fin: que el pensamiento desaparezca. Que parecen inofensivas en un principio, pero acaban siendo un problema a largo plazo.

Y es que, lo que hacemos en estos momentos puede ser muy variado. Depende de la persona, y su historia de aprendizaje. Aunque la finalidad será siempre la misma, alejar el malestar:

  • Conductas de reaseguración a nivel motor: preguntar constantemente a alguien si “es normal pensar eso”, repetir una acción como abrir un número determinado de veces la puerta, revisar si hemos cerrado la ventana varias veces, evitar asomarnos al balcón, limpiar un objeto (o a nosotros mismos de manera reiterada)…
  • Pensamientos (Conducta verbal privada): engancharnos al pensamiento, analizarlo, tratar de averiguar si realmente queremos llevar a cabo esa acción o no… Lo que en un contexto clínico se conoce como rumia, y de manera más popular denominamos sobrepensar u overthinking.

Estas conductas se convierten en un círculo vicioso de repetición que produce un gran alivio inmediato, seguido de gran malestar a largo plazo. Ya que la puesta en marcha de todas estas conductas (o rituales, o compulsiones), suponen paralizar tu vida para llevarlos a cabo intentando zafarnos del malestar, pero derivando en un malestar mayor al perder, cada vez, más aspectos importantes de nuestra rutina, los cuales se mantenían intactos antes de la problemática y nos ayudaban a sentirnos bien.

Todas estas conductas se mantienen por un fenómeno bien conocido por la ciencia de la psicología conductista, el refuerzo negativo.

¿Qué es el refuerzo negativo y por qué importa?

El refuerzo negativo no es algo negativo, aunque nos pueda evocar esa sensación por el nombre. Significa que se lleva a cabo una acción porque reduce o evita algo desagradable a corto plazo (como la sensación de ansiedad), lo que al mismo tiempo provoca un aumento de la frecuencia de esta conducta en esta situación u otras similares.

Si cada vez que tienes un pensamiento intrusivo haces algo que te calma, aumenta la probabilidad de realizar esa misma conducta en un futuro.

¿Resultado? A corto plazo alivio. A largo plazo, más ansiedad, compulsiones y menos libertad.

Veámoslo con un ejemplo:

Imagina que piensas: “¿Y si la persona que ha tocado el manillar antes que yo estaba enferma, luego me llevo las manos a la boca y me contagio?”. Te lavas las manos varias veces o llevas contigo siempre un bote de gel “por si acaso”. Y la ansiedad baja. Resultado: aprendes que lavarte las manos es una forma efectiva de aliviar la ansiedad, o que llevar un gel en el bolso te hace sentir más segura “por si tocas algo”. La próxima vez, sentirás más necesidad de hacerlo. El problema no es la puerta… sino la relación entre las conductas: lo que piensas al tocar, el malestar que sientes, y lo que haces a continuación.

¿Y si no hago nada? ¿Y si dejo que el pensamiento simplemente se mantenga ahí?

Por aquí va encaminada la solución al problema. Estaríamos hablando de exposición con prevención de respuesta. Es decir, básicamente lo que estaríamos haciendo es dejar de luchar contra el pensamiento, aceptar que va a aparecer por simple aprendizaje (y porque de alguna manera es, o fue, adaptativo), sin poner en marcha los mecanismos que antes llevábamos a cabo para zafarnos de él o buscar el alivio.

Es aprender a aceptar el pensamiento y el malestar. Sin luchar. Sin evitar. Sin ritualizar.

Y es sorprendente, ver como llegado el momento, el pensamiento aparece, pero el malestar que le seguía no. Y aquí, es cuando hablamos de habituación.

Imagina que ves una película de miedo. Es probable que la primera vez te asuste bastante (si no eres del tipo de persona que disfruta viéndolas), pero si vieras la misma película todos los días, después de un par de semanas te resultaría aburrida. Algo empezó asustándote, haciéndote desear meter la cabeza tras el bol de palomitas, ahora te hace bostezar.

Pues esto mismo, también ocurre con otros fenómenos, como son los pensamientos. Exponerte a un pensamiento de manera reiterada, sin aliviarlo, sin interrumpir tu vida, al principio genera tanto o más malestar como esa película tan aterradora, pero llegado el momento, puede acabar convirtiéndose en un pensamiento más, tan natural como el de “mañana voy a casa de mi abuela a comer”.

Es aprender a aceptar el pensamiento y el malestar. Sin luchar. Sin evitar. Sin ritualizar.

Y es sorprendente, ver como llegado el momento, el pensamiento aparece, pero el malestar que le seguía no. Y aquí, es cuando hablamos de habituación.

Imagina que ves una película de miedo. Es probable que la primera vez te asuste bastante (si no eres del tipo de persona que disfruta viéndolas), pero si vieras la misma película todos los días, después de un par de semanas te resultaría aburrida. Algo empezó asustándote, haciéndote desear meter la cabeza tras el bol de palomitas, ahora te hace bostezar.

Pues esto mismo, también ocurre con otros fenómenos, como son los pensamientos. Exponerte a un pensamiento de manera reiterada, sin aliviarlo, sin interrumpir tu vida, al principio genera tanto o más malestar como esa película tan aterradora, pero llegado el momento, puede acabar convirtiéndose en un pensamiento más, tan natural como el de “mañana voy a casa de mi abuela a comer”.

Gráfica de la habituación, se ve como a mayor repetición menor fuerza estimular

Pero ten cuidado con la sensibilización

Aunque la exposición con prevención de respuesta es la estrategia más eficaz, el diablo se esconde en los detalles. Una exposición mal planteada puede producir un efecto denominado como sensibilización.

En vez de habituarte al malestar, exponerte de manera repetida a un estímulo sin hacerlo de la manera apropiada, puede tener como resultado que se intensifique.

Por eso, es sumamente importante realizar un análisis funcional individualizado de cada caso por un profesional, ya que lo que para unas personas puede derivar en habituación, en otras concluye en sensibilización.

Aunque de estos procesos hablaremos con más detalle en un futuro.

El toc no es un titiritero y tú su marioneta. Tú decides.

El etiquetado de esta problemática nos supone un problema. Es verdad que darle a nombre a nuestros problemas a veces puede ayudar, pero también corremos el riesgo de darle entidad y vida propia, lo que muchas veces deriva en sensación de falta de control sobre la situación.

“El toc manda pensamientos” “El TOC me hace comportarme así” “No puedo hacer esto por el TOC”

Y esto nos despoja de la responsabilidad, y lo que es más importante, del control sobre nuestras acciones y la libertad de modificarlas, lo que dificulta mucho llevar una vida plena dirigida a aquello que es importante para nosotros. Y al final, nos encontramos atrapados en una vida dirigida a evitar el malestar.

Recuerda que el TOC no es un ente que te controla y manda sobre ti. Es resultado de una serie de conductas que ya hemos descrito, que has ido aprendiendo a lo largo de tu vida, y que pones en marcha como intento de adaptarte, de la mejor manera que puedes, a una situación muy difícil para ti.

Y esto, aunque no lo parezca, es una gran noticia. Ya que si lo ocurre es el resultado de procesos aprendidos… también puedes aprender algo diferente

Si necesitas ayuda profesional en Vigo u online…

Ya sea para ti o para un ser querido, si necesitas apoyo emocional, tienes dudas sobre algún aspecto de tu bienestar mental, no dudes en contar con nuestros servicios de terapia psicológica online o presencial. Estamos aquí para acompañarte y ofrecerte la ayuda que necesitas.

Trabajamos desde una perspectiva científica rigurosa, asegurándonos siempre de que cada consulta sea un espacio seguro y confidencial donde te sientas acogido y comprendido, como en casa. Tanto en Vigo como online, estamos comprometidos con tu bienestar.

Bibliografia

Foa, E. B., & Kozak, M. J. (1986). Emotional processing of fear: Exposure to corrective information.

Froxán Parga, M. X. (2020). Análisis funcional de la conducta humana: concepto, metodología y aplicaciones.

Skinner, B. F. (1938). The Behavior of Organisms: An Experimental Analysis.

Craske, M. G., Treanor, M., Conway, C. C., Zbozinek, T., & Vervliet, B. (2014). Maximizing exposure therapy: An inhibitory learning approach. Behaviour Research and Therapy

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Abramowitz, J. S. (2006). The psychological treatment of obsessive–compulsive disorder. Canadian Journal of Psychiatry

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