Más allá del apego
Seguro que has escuchado hablar del apego. Bien en redes sociales, en la sección de libros
del Fnac o porque tu compañera de piso te ha dicho que su ex es un narcisista con apego
ansioso.
Origen y contexto de la teoría del apego
De vez en cuando se popularizan términos relacionados con la psicología: la resiliencia, el
narcisismo, las personas altamente sensibles… Pero hoy, en concreto, vamos a hablar del
apego.
La teoría del apego fue desarrollada por Bowlby, que pertenecía a la corriente
psicoanalítica. A pesar de que rechazó muchas de estas teorías y fue criticado por sus
compañeros, su teoría se ve manchada por estos matices psicodinámicos, puesto que no
quiso que la teoría se asociase al conductismo.
¿Qué es el apego, según Bowlby? En palabras de este autor: El vínculo entre la madre y su
hijo influencia todas las relaciones íntimas posteriores en su vida. En definitiva, cómo ha
sido la maternidad y la calidad de esta se generalizará a sus relaciones posteriores a lo
largo de toda la vida.

Básicamente, lo que dice siempre el psicoanálisis: la infancia es determinante, y tu madre
tiene la culpa de todo (pelín machista siempre, pero eso da para otro post).
Por un lado, esta teoría tiene sentido. Es cierto que los aprendizajes que cosechamos
durante nuestra vida, incluyendo la infancia, influyen en el presente. Pero, actualmente,
sabemos que la infancia no es determinante.
Así que sí, como te relacionas con las personas de tu entorno (no solo con tus padres)
durante los primeros años de vida (y todos los siguientes), implica que estableces patrones
de aprendizaje a la hora de relacionarte, que luego irás replicando.

Pero las personas cambiamos y aprendemos a lo largo de los años. Y por tanto, nuestra
manera de relacionarnos también. La relación que tuvieras con tus padres no lo
determina todo.
La teoría del apego fue un buen intento de convertir en científica una teoría psicoanalítica,
aunque les salió el tiro por la culata. La manera en la que describe cómo establecemos
relaciones es excesivamente simplista.
No podemos colocar a una persona en un solo tipo de apego. Es probable que se
relacione de manera distinta en diferentes contextos.
Además, lo que esta teoría trata de explicar, podemos hacerlo desde el análisis de
conducta que nos ofrece bastante más luz sobre cómo nos relacionamos que una simple
etiqueta.
Apego vs. aprendizaje: la visión del conductismo
Si enfocamos el apego desde el conductismo, podemos ver que hace referencias a un
repertorio de conductas. Cómo te has ido relacionando forma parte de tu historia de
aprendizaje (junto con otros factores). Sin embargo, al emplearlo como una etiqueta, nos
ponemos el soy. Y esto la convierte en inamovible.
Hablamos de los tipos de apego como si se tratase de algo inherente a la persona y sin
posibilidad de cambio. Cuando no es así.
Esto, nos sirve para justificar nuestras conductas y aliviar la culpa cuando hacemos algo
que puede ir en contra de nuestros valores, o para explicar o justificar la conducta ajena si
no sabemos a que se debe.
Por ejemplo, si estoy quedando con un chico, y de repente me hace ghosting, es más fácil
para mí decir que es un clarísimo “apego evitativo”, que asumir otras explicaciones entre las
cuáles puede estar que yo no le gusto (aunque tampoco tiene porqué ser esa, la cuestión
es que no lo sabes, Carlota).

Repensando las etiquetas y abriendo nuevos caminos
Otro problema añadido: los psicólogos , divulgando sobre apego y etiquetando a los
consultantes.
Se trata de un tipo de contenido sencillo, con gancho, que hace que cualquiera pueda
identificarse con facilidad en cualquiera de los tipos de apego. Al ser categorías tan
generales es fácil caer en el Efecto Forer*
*Ya hablaremos en otro post de este efecto, pero básicamente es la explicación de porqué
piensas si soy cada vez que lees tu horóscopo, o porqué ahora todo el mundo cree que es
PAS.
Y acabamos jugando con términos (que ni siquiera son útiles a nivel terapéutico), como si la
psicología fuera el horóscopo.
Al final, como esto no solo pasa con el apego, acabas siendo PAS, personalidad tipo B, con
apego desorganizado, narcisista a ratos y ascendente piscis.

Por no hablar, de que la gente juegue a etiquetarse da dinerito. Divulgar sobre los tipos de
apego y que te identifiques con uno, permite vender. Ya sea libros específicos, talleres y
formaciones. Y no solo a ti, sino también a los psicólogos, para que cuenten con formación
para trabajar con estas etiquetas (formación por supuesto, ultrarequetehiper imprescindible
para trabajar).
Y esto lo hemos visto con los apegos, el narcisismo, la EMDR, y cada vez más cosas.
Es fácil caer en este tipo de contenido, porque las etiquetas nos da mucha sensación de
control. Por ejemplo, puedo leer sobre apego evitativo para saber cómo actuar ante el
cucaracho que me hace ghosting y que así no se pire de mi lado. Cuando es algo que no
depende de ti en absoluto.
En definitiva, la psicología no es como horóscopo, que hay una serie de términos y puedo
jugar a ver con cuál encajo más. A ver si el apego evitativo y el ansioso acaban juntos como
los piscis y los acuario (no sé si encajan porque de horóscopo no llegue a hacer el máster,
sorry).
Nuestro comportamiento se explica mediante leyes de aprendizaje, y por tanto, cómo nos
relacionamos también, y para eso tenemos herramientas como el análisis funcional, que tu
psicólogo/a conductista que te quiere se curra con esmero.

Psicóloga general sanitaria especializada en terapia conductual basada en el análisis funcional y la evidencia científica. Su enfoque se centra en entender el contexto y antecedentes de cada persona para diseñar planes terapéuticos claros y eficaces, evitando procesos prolongados.